EL FIN DE LA BOTÁNICA

¿Queremos impedirlo? ¿Podemos impedirlo?

Aunque ya hay noticias desde la última década del siglo XX, recientemente se han publicado dos artículos, uno en 2019 en español y una nueva versión en 2020 en inglés con el mismo título: El fin de la Botánica.

¿Qué ocurre? Que los Botánicos están en extinción, se les asemeja a los dinosaurios del siglo XXI.

¿Por qué ha ocurrido esto? Básicamente porque hemos convertido la Ciencia en un mercado económico, donde los considerados más productivos reciben toda la atención (recursos económicos, fama, distinciones, etc.) y los demás quedan relegados hasta su desaparición. Justo lo contrario a lo que se considera Ciencia pura (estudio de los fenómenos naturales y otros aspectos del saber por si mismos, sin tener en cuenta sus aplicaciones). Se olvida que gracias al desarrollo de esa Ciencia pura se han podido aplicar productos, leyes, procesos, etc. para su uso y obtener mejoras en la calidad de vida y rentabilidad económica (Ciencia aplicada).

En nuestro caso, los estudios de Biología Molecular son la tendencia actual, están considerados como la investigación más avanzada. Esto implica que hay una investigación que se considera retrasada o anticuada (de nuevo en contra de los principios de la Ciencia, no hay una buena y una mala) La realidad es que hemos establecido unas clasificaciones totalmente artificiales y sectarias, de la investigación, de los investigadores, de las Universidades. Medimos a los investigadores por la revista en que publican sus artículos. Se le asigna un factor de impacto a cada revista (y se clasifican en orden decreciente según ese valor) en función de parámetros como regularidad de su aparición, sistema de revisión de los artículos, números de veces que se citan sus artículos en otros, etc. Pero no hay igualdad de oportunidades, por ejemplo, un botánico puede publicar en revistas como Systematic Botany (con un factor de impacto de 1´897), Phytotaxa (1´797), o Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica (0´26), mientras que los estudios moleculares en plantas se pueden publicar en Molecular Biology and Evolution (10´217), Journal of Molecular Biology (4´894) o Molecular Phylogenetics and Evolution (4´412)

El resultado es que los Botánicos tendrán siempre menos puntuación que los Biólogos Moleculares al evaluar sus curricula. Y, en cascada, los estudiantes optarán prioritariamente por trabajar en Biología Molecular antes que en Botánica; aquellos que, a pesar de todo, quieran ser Botánicos tendrán una gran dificultad para obtener becas que financien sus estudios; y los Botánicos formados se pensarán mucho incorporar discípulos a los que no pueden ofrecer un futuro alentador. La Botánica se va considerando anticuada, algunos científicos de otros campos del saber la han utilizado como ejemplo de Ciencia anticuada y desfasada en revistas tan importantes como Nature. Incluso los propios botánicos han perdido fuerza en su terreno; en el International Botanical Congress celebrado en 2017 en Shenzhen (China) con la asistencia de unos 7.000 científicos de todo el mundo, se promulgó la Declaración de Shenzhen, que establece siete estrategias prioritarias de acción y fue escrita por 14 botánicos de renombre internacional. A pesar de ser la proclamación del mayor congreso botánico, la palabra «botánica» no se puede encontrar en ninguna parte del texto de la declaración, habiendo sido reemplazado por «ciencias de las plantas», presumiblemente en un esfuerzo por evitar cualquier connotación negativa de la palabra «botánica».

Los Herbarios, otro valor botánico en decadencia. Para muchas de las personas que no lo confundan con un Herbolario (tienda en que se venden hierbas y plantas medicinales), quizás no pase de ser considerado como un almacén de plantas secas. Nada más lejos de la realidad, en un Herbario encontramos los ejemplares a partir de los que se han descrito nuevos taxones vegetales (cualquier nivel taxonómico, desde una forma hasta el máximo nivel, pasando por el nivel más conocido de especie), éstos son los patrones para comparar otros ejemplares para su identificación o para identificar nuevos taxones para la Ciencia. Además de su papel en la identificación, permiten la reintroducción de plantas que han sido eliminadas de su hábitat, pueden contribuir a la mejora de cultivos con formas o variedades desconocidas en el circuito agrícola (entre otras posibilidades esto se traduce en mejoras de rendimiento económico), estudio de la distribución pasada y actual de determinadas plantas, estudio de cambio climático (por ejemplo viendo el número, posición y forma de los estomas), uso farmacéutico (el análisis de leguminosas depositadas en el Jardín Botánico de Kew permitió encontrar un nuevo principio contra el virus HIV), medicina forense (muchas series televisivas nos enseñan la aplicación del conocimiento botánico en la lucha contra el crimen), etc.

Nuestro “curioso” mercado económico (donde en 2019 el 10 % de la población acumulaba el 82 % de la riqueza mundial), está en crisis; esto conlleva recortes, ¿dónde se aplican en el ámbito botánico en primer lugar?: en los Herbarios, lo que supone paralizar su actividad o incluso lleva a su cierre. Esto es tener una visión muy corta, la desaparición de los Herbarios y de los botánicos tendrá un efecto de rebote muy importante, no debemos olvidar que muchas disciplinas relacionadas con la Botánica, entre ellas la Biología Molecular, en el caso de las plantas, trabajan con testigos identificados por especialistas para no provocar un caos en sus resultados. Si desaparecieran los botánicos, se pondría en riesgo la identificación correcta de los taxones vegetales.

¿Queremos impedirlo? POR SUPUESTO QUE SI. Creemos en la necesidad de mantener todas las disciplinas científicas, incorporando aquellas que van desarrollándose, pero sin que suponga la eliminación de otras. No podemos participar de la Ciencia-Moda, donde las tendencias marquen quién es valorado y quién no, que investigación se promociona y cuál no.

¿Podemos impedirlo? TAMBIÉN. Las posibles soluciones son dobles: lo qué pueden hacer individualmente los botánicos y lo que puede hacer la cultura científica. En el artículo de 2020 se proponen varias. Enumeramos algunas:

Los botánicos debemos:

  1. Valorar la palabra «botánica» y rechazar su uso de forma peyorativa.
  2. Arriesgarnos a trabajar en áreas de investigación actualmente fuera de moda, poco exploradas pero potencialmente innovadoras.
  3. Prever el trabajo como una tarea científica creativa, y no en términos de producción y consumo de bienes y servicios, con el objetivo final de ser muy citados.
  4. Rechazar la bibliometría como forma de evaluar actividades científicas.
  5. Valorar los Herbarios.

Por su parte, en la cultura científica deben participar distintos agentes.

Gobiernos: mejorar la situación de la Botánica a través de legislación y políticas de apoyo, como los proyectos de ley de Botánica.

Comunidad científica: Valorar los Herbarios, y cambiar las formas de evaluar los resultados de la investigación científica por agencias de financiación, instituciones académicas y otros organismos. Un ejemplo es la iniciativa mundial denominada DORA (Declaración de San Francisco sobre Evaluación de la Investigación) firmado por 2.015 organizaciones científicas y 16.331 científicos (Agosto de 2020)

Instituciones: Proporcionando oportunidades de trabajo para botánicos capacitados y no sólo para biólogos moleculares; y viendo los Herbarios no como un gasto costoso sino más bien como activos vibrantes para estimular la investigación científica y la preservación de la biodiversidad.

Agencias de financiación: Diversificando los criterios por los cuales se evalúa la productividad científica de los solicitantes de becas y ayudas, reconociendo la importancia de la investigación en botánica y su valor para otras ramas de la ciencia y ayudando al mantenimiento de los Herbarios.

Universidades: fomentando la enseñanza de cursos de botánica y contratando científicos capaces de impartir dichos cursos y realizar investigaciones en botánica.

Editores de revistas científicas: Evitando enfrentar manuscritos botánicos frente a estudios moleculares, animando a su envío; y dejando de usar la bibliometría para mejorar la posición de su revista.

Academias de Ciencias: sacando a la luz esta crisis y alentando a examinar/discutir este tema

Medios de comunicación y público en general: mejorando la cobertura mediática de la botánica, incluyendo emocionantes avances en nuestro conocimiento de las plantas y su importancia para la sociedad, la relevancia de los Herbarios, y la gran importancia crítica de las personas capaz de identificar plantas, y compartir ese conocimiento ampliamente.

Educadores: dar a nuestros jóvenes un sentido de la interconexión de la vida, la importancia de las plantas para la supervivencia humana, y de la biodiversidad como herramienta fundamental para comprender y conservar las plantas y las comunidades naturales que sustentan toda la vida.

Parece utópico, ¿no?, pero es bonita e ilusionante la cita del escritor uruguayo Eduardo Galeano sobre la Utopía con que finalizan su artículo los autores del publicado en 2019:

“Muchas veces me pregunto para qué sirve la utopía. Porque es como el horizonte, si yo me acerco tres pasos, el horizonte se aleja tres pasos, si yo doy diez pasos el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que camine nunca, nunca lo alcanzaré. La utopía está en el horizonte y yo nunca la alcanzaré. Entonces… ¿para qué sirve?”

Y se contesta Galeano: “Justamente para eso: para caminar” No perdamos la esperanza y que cada uno hagamos todo lo que esté en nuestras manos para que no desaparezca la Botánica desde el respeto a todas las demás Ciencias.


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